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Amor, Tierno Amor

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Amor, Tierno Amor es una novela romántica, los protagonistas son Miranda y Sebastián. Lea los últimos capítulos de las novelas de Amor, Tierno Amor en app Miniread.

Lectura de prueba de novela Amor, Tierno Amor

La espaciosa cafetería estaba extrañamente silenciosa mientras Miranda Lima colgaba la cabeza y movía nerviosa el café que tenía delante. Por un momento el ambiente se sentía incómodo y tenso. Medio minuto después de sentarse, el hombre preguntó sin rodeos:

—¿Es tu primera cita a ciegas?

Su aura era tan dominante que una simple pregunta suya ponía aún más nerviosa a Miranda. Ella tenía ese día la primera cita a ciegas de su vida. Haciéndole caso a su madre, llegó de mala gana a la cafetería concertada y encontró su mesa. Había pensado que la cita a ciegas de ese día era una mera formalidad. Para su sorpresa, el hombre que se sentó frente a ella resultó ser Sebastián Montes de Oca, el CEO del Grupo de la Familia Montes de Oca. Este hombre podía hacer temblar a toda Ciudad Pedregal con un pisotón. Lo más importante es que Miranda trabajaba en el Grupo Montes de Oca como empleada en el departamento administrativo. Un gran partido como Sebastián Montes de Oca con certeza no la conocería en persona, pero sería demasiado difícil para ella fingir que no lo conocía. Así que tartamudeó nerviosa:

—S… sí. E… Esta es mi primera vez…

Viéndola de arriba abajo con su fría mirada, Sebastián le preguntó:

—¿Te has graduado de la universidad?

—Sí. —Miranda tragó saliva inconsciente antes de añadir—: Me gradué hace dos años.

Sebastián guardó silencio por un momento tras escuchar su respuesta. Parecía tranquilo y despreocupado con su apuesto rostro carente de toda emoción. Por otro lado, el corazón de Miranda estaba inquieto. Se preguntaba a qué deidad había adorado su madre para haber conseguido como pareja a un soltero tan cotizado. Al mismo tiempo, no pudo evitar sospechar que Sebastián se había sentado en la mesa equivocada. O quizás fue ella la que se sentó en el asiento incorrecto. Después, miró de reojo el número de mesa y comprobó que, en efecto, era la número 18. Entonces se armó de valor y preguntó:

—Mmm… ¿Se ha equivocado de mesa?

Sebastián preguntó:

—¿Has traído tus documentos?

Hablaron y terminaron sus frases abruptamente al mismo tiempo. Miranda levantó la cabeza conmocionada al escuchar sus palabras. Al ver sus rasgos faciales casi perfectos a un suspiro de distancia de ella, sus mejillas se sonrojaron al instante y su mente se quedó en blanco. Dotado de la buena apariencia de un caballero noble, Sebastián parecía incluso más guapo que las celebridades masculinas que eran populares en aquella época. Aun así, a menudo ahuyentaba a la gente con su aura de hombre de negocios. Miranda había entrado en el Grupo Montes de Oca como becaria mientras estudiaba en la universidad. Se quedó en la empresa después de terminar sus prácticas, y desde entonces habían pasado dos años. Rara vez había visto a Sebastián en los últimos dos años, e incluso si lograba verlo, sólo tenía una visión de su espalda desde lejos. Ahora que se encontraba con él cara a cara, le parecía aún más surrealista que en sus sueños.

—¿Tienes alguna pregunta? —Sebastián lanzó una mirada a la cara sonrojada de Miranda mientras un destello de calidez aparecía en sus fríos ojos. Ella negó con la cabeza. «¿Cómo podía tener alguna pregunta hacia su jefe?». En ese momento, sonó el móvil de Sebastián. Respondió la llamada y tras un breve silencio, dijo con crudeza—: Entendido. —Luego colgó y miró a Miranda—. Vamos.

La forma en que se levantó fue tan decisiva como su forma de hablar y conducirse. Ella se levantó obedientemente como si estuviera hechizada, después lo siguió fuera de la cafetería. Sebastián medía 1.90m, mientras que Miranda, que le seguía, medía 1.70m; se veía pequeña y delicada en comparación con él. Entró en su auto «un Maybach negro que él solía conducir» después de él. El auto tenía un interior lujoso, pero Miranda se sentía como si estuviera sentada en agujas. Jugaba con sus dedos para calmar su ansiedad mientras se preguntaba de vez en cuando si estaba soñando. Al mismo tiempo, Sebastián se había dado cuenta de todas sus reacciones. De repente, rompió el silencio en el auto diciendo:

—Mi familia me ha estado presionando para que tenga citas a ciegas, pero no quiero perder el tiempo en esos asuntos. Viendo que tu aspecto es bastante agradable y te ves bien, no tengo ningún problema en casarme contigo.

Su magnética voz sonó en los oídos de Miranda. Ella lo miró sorprendida. Aunque había tenido una cita a ciegas con él, seguro su relación no había avanzado hasta el punto de casarse todavía.

—¿No debería tomarse un tiempo para considerarlo? No parece que nos conozcamos tan bien —dijo Miranda, que continuó su frase en la mente. «Todavía».

—No es necesario. —Sebastián la interrumpió mientras todo su cuerpo exudaba un aura escalofriante. Entonces, dijo con autoridad—: Sé mi esposa, y yo, Sebastián Montes de Oca, te daré todo lo que quieras.

......

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