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No me puedes hacer esto

La novela No me puedes hacer esto es una historia de romance, los protagonistas son Qiao Yuqi y Gong Hao.

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Lectura de prueba de novela No me puedes hacer esto

Qiao Yuqi apagó el monitor al ver esas imágenes, pues sentía que se le revolvía el estómago. Era su esposo, el que, a pesar de sus tres años de matrimonio, nunca la había tocado, y que parecía estar más que satisfecho saliendo a beber y a pertirse hasta altas horas de la noche, entregándose a los oscuros placeres de lo desconocido.

De pronto, escuchó un ruido que venía de la puerta. Su suegra, Wang Shulan, había venido a armarle un lío.

—¿Qué haces ahí metida? Claro, como Jingwen no está, te rebelas. Llevan tres años casados y no le has dado un solo hijo. ¡Qué desperdicio! ¿Qué? ¿No piensas cocinar hoy? Creo que lo que quieres es matarme de inanición.

«Como si eso no fuera trabajo en equipo. ¿Acaso soy un organismo unicelular? No me puedo reproducir sola», pensó.  Mientras tanto, y todavía con náuseas, se dirigió a la cocina. Ahora esta era su vida. Cuando se unió a la familia Mo, abandonó su carrera y todo lo que le importaba para dedicarse solo a ser ama de casa. Creyó que, si se esforzaba, lograría enamorar a su esposo, pero lo único que consiguió fue quedarse sin nada y ganarse el odio de todo el clan. Se sentía muy mal, pero a nadie parecía importarle.

—¡Qiao Yuqi!, ¡¿Acaso estás demente?! Te digo que cocines, y para molestarme le echas sangre a la comida —gritó la mujer.

La joven se había cortado los dedos, pero como no sintió ningún dolor, no se había percatado de ello. El carmesí de su sangre y la actitud apática de su suegra estimularon su rebeldía. 

Más tarde, aquella noche, mientras caminaba por aquella estrecha y sucia calle, su rostro era inexpresivo. Sin embargo, se sentía llena de libertad. Era la peor zona de la ciudad, ya que se encontraba en ruinas, debido a que estaba subdesarrollada. Es por eso que era punto de encuentro para mendigos y borrachos. 

Como sentía el rechazo de su familia política y no estaba dispuesta a porciarse, se propuso darles un fastidio. Elegiría al hombre más sucio y feo del lugar y lo utilizaría para vengarse del clan Mo. 

—Ejem…

Escuchó un sonido raro que venía de una esquina, pero lejos de asustarse, se armó de valor para dar la vuelta y averiguar qué sucedía. Al hacerlo, vio a un hombre apoyado sobre el poste de luz que emitía una luz amarilla y tenue. Tanto su ropa como su rostro estaban bañados en sangre.

Era común que ocurrieran sentidos enfrentamientos en esa zona, por lo que ella dedujo que él debía ser uno de los rufianes. En ese momento, rechinó sus dientes y comenzó a desabotonarle la camisa. Su corazón se le salía del pecho, mientras los botones se iban desprendiendo uno por uno. Finalmente, el pecho del hombre quedó expuesto, poniendo en evidencia su torso frígido que, al roce con la piel de la mujer, le provocaba escalofríos.

Ya cuando estaba en el último botón, escuchó cómo, con una voz débil, el joven le increpó:

—¿Qué hace?

Yuqi quedó sorprendida al ver la mirada del hombre fija en ella. Sus ojos parecían atravesarla, y solo podía pensar en huir. No obstante, recordar los malos tratos de la familia Mo, hizo que decidiera soportar lo intenso de la situación.

—¿Tú qué crees que hago? 

......

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