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Pecador.

La novela Pecador. es una historia de romance, los protagonistas son Annabelle Maxwell y Bastián Jones.

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Lectura de prueba de novela Pecador.

Annabelle.

Una lluvia torrencial

cae sobre la campiña, mis pies están empapados y mi uniforme está echándose a

perder. Intento levantar mi falda larga color marrón, pero me resulta imposible

seguir sosteniéndola, debo sostener la linterna con la mano derecha y con la

otra necesito cubrirme de las gotas de lluvia que nublan mi visión.

–¡Padre nuestro! – exclamo

mientras la luz de mi linterna se hace cada vez más débil – no me abandones

ahora – suplico, pero es completamente en vano. Porque tras un par de chispas

de luz la linterna deja de funcionar.

Me quedo completamente

a oscuras, gracias al cielo que me sé de memoria el camino de regreso al

convento, sin embargo, debo aceptar que la oscuridad, la lluvia y los árboles

meciéndose alrededor de la campiña le dan un aire espeluznante al sitio.

– Señor, llévame con

bien y permíteme hacer mi trabajo – le rezo a Dios, la hermana superiora me

encargó esta semana la vigilancia del convento, debo asegurarme de que no haya

nada inusual alrededor de nuestro hogar, y por supuesto no quiero hacer mal mi

tarea.

Termino de revisar los

alrededores del convento, hasta que siento una presencia detrás de mí, al

principio creo que me estoy enloqueciendo, que solo son supersticiones, pero

aun a pesar de la lluvia puedo escuchar el sonido de un par de botas pesadas caminando

en mi dirección.

Un rayo cae a lo lejos

sobre las montañas, haciéndome sobresaltar, el sonido de los pasos se detiene y

entonces yo volteo a ver a mi espalda.

–¿Quién está ahí? –

grito con fuerza y miro a mi alrededor, pero no soy capaz de divisar

absolutamente nada – ¿Quién está ahí? – insisto, pero no recibo ninguna

respuesta.

Escucho el sonido de

una carcajada de burla y siento que un escalofrió me recorre todo el cuerpo. Entiendo

que debo regresar al convento antes de seguir perdiendo mi tiempo, asi que recojo

mi falda con mi mano ahora libre y me dispongo a marcharme. Pero algo me lo

impide.

– Eh tú – me grita una

voz masculina, demasiado profunda para mi gusto.

Yo me fijo un poco más

a mi alrededor y me doy cuenta de que hay alguien aquí. La silueta del hombre

es extremadamente alta y fuerte, pero ¿Qué hace un hombre a las afueras de un

convento de monjas?

–¿Cuál es tu nombre? – me

pregunta.

Lo pienso mucho para responder,

pero al final lo hago: – Annabelle, mi nombre es Annabelle.

– Irónico – dice

burlándose.

Algo me dice que no

debo hablar con aquel desconocido, sé que lo mejor es alejarme y volver al

convento, pero hay algo que no me deja hacerlo, algo que me dice que responda a

todas sus dudas. Ese fue mi primer gran error, no correr en la dirección

contraria a él.

–¿Qué es irónico?

– Que siendo una

novicia tengas el nombre de un espíritu satánico.

Yo frunzo el ceño y cubro

mis ojos para ver si consigo verlo bien, pero me es imposible, él está

prácticamente escondido y la lluvia no está muy a mi favor.

–¿Quién eres tú? ¿y qué

haces aquí? ¿Acaso pretendes tentar mi fe? ¿Eres el diablo? – pregunto de forma

ingenua.

Veo la forma en la que

el hombre se aleja de los establos, en donde estaba recostado, y entonces se pone

de pie frente a mí, a unos pocos metros de distancia.

–¡Oh no, Annabelle! Créeme, soy peor

que el diablo, y si quisiera tentarte no sería precisamente tu fe.

Un rayo vuelve a

iluminar la campiña, yo miro al cielo de Lacock que esta noche está enfurecido,

la lluvia comienza a cesar y entonces vuelvo a poner mi vista en el hombre,

pero cuando quiero verlo nuevamente él ya se ha dado la vuelta y ha empezado a

caminar lejos de mí.

–¡Cancerbero! – lo

escucho gritar y enseguida un perro alto y un poco flaco se une a él y comienza

a caminar a su lado.

Trago saliva y relamo

mis labios fríos mientras observo fijamente la forma en la que se aleja de mí,

quiero detenerlo, quiero preguntarle quien es él y de donde salió, pero algo me

dice que él no va a responder a mis cuestionamientos. Y quiza eso habría sido

lo mejor, porque esa noche dio comienzo a una serie de eventos desafortunados

que me hicieron caminar descalza por el infierno, y darme cuenta de que quiza y

solo quiza, el infierno está en las manos de la persona a la que le entregamos

todo. Por completo.

–¡Pero niña! Mira

como has llegado – la madre superiora me ve entrar por la vieja cocina del

convento y entonces se horroriza al verme completamente empapada – vamos a quitarte

esto o te dará un resfriado – ella se acerca corriendo a donde yo estoy y comienza

a desvestirme de mi habito, me quita el escapulario, haciendo que mi melena

oscura se revele, me quita el resto de la túnica y me da una toalla para que pueda

envolverme.

Yo atiendo a sus órdenes

y voy a mi habitación, una vez allí dejo que la toalla caiga al suelo y me acerco

desnuda al espejo, me observo de los pies a la cabeza y entonces recuerdo su

voz, como si se hubiera metido dentro de mi cabeza, puedo escuchar su risa y el

sonido de su voz acariciando cada una de las letras de mi nombre.

El corazón del

......

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